La maquinita del bar: Double Dragon

Cuando yo era pequeñito...(creo que una canción empezaba así), jugabamos a la pelota en un parque de olivos, a la peonza, a las chapas emulando a Lejarreta y compañía, a un sin fin y variedad de cartas.

Pero un día, no recuerdo quien nos dijo: -"vamos a ver la máquina que han puesto en el bar".

Yo que a mi tierna edad no había frecuentado muchos bares, no entendía a que clase de maquina se referían. Lo más parecido a eso en un bar, era el superdificilisimo pinball y las tragaperras, que eran intocables para nosotros, por ser menores y por disponer en el bolsillo de no más de 50 pesetas, que guardábamos cual tesoro.

Cuando fuimos allí, a traves de la cristalera del bar, pude ver a un corrillo de niños del barrio rodeando una máquina negra no mucho más alta que los propios crios. Era el Double Dragon ( " Doble dragón" para el público infante español).

Lo más curioso del tema es que solo jugaban dos personas pero en el recinto habría doce chiquillos curioseando la partida. Alucinabamos con esa máquina de madera con estilizadas palancas y botones de colores grandes como puñitos, donde la gente golpeaba sin miramientos dando una palmada. Eso si me hacía gracia...en vez, de utilizar los dedos muchos aporreaban los botones con toda la palma.

Hasta que llegó "la máquina del bar" los mejores gráficos en un videojuego pertenecían a esas maquinitas de bolsillo, de cristal líquido, donde un muñeco se movía (bueno, se desplazaba) por cuatro posiciones prefijadas y que cuando las ponías al sol o se estropeaban se veían absolutamente todas las posiciones tuyas y de los demás muñecos.

Imaginaos lo que era para nosotros este nuevo mundo de dibujos a color interactivos. Todo el mundo soñaba con tener una máquina así en su casa. No importaba que solo dispusiera de ese juego, porque la gente ya lo había terminado entero los primeros días y seguían jugando. Era como un acto social. Dos jugones se lo pasaban hasta el final con dos monedas de 25 pts, y una marabunta de niños se quedaban a mirarlo.

No faltaba el niño que cuando estabas jugando tú y te veía con complicaciones te preguntaba :- " ¿ Te lo paso, chaval? , ¿Te lo paso-" ( siiií, claro, para que juegues de gorra ¡¡ listo !!).

En esas "reuniones sociales", tambien estaban los mayores que nos sacaban unos 8 años y se jactaban de que podrían ser nuestros padres mientras fumaban y se tocaban la cara que la tenían granulenta como una barrita de muesli. Estos personajes, calculo yo que ya habrán pasado la cuarentena (me refiero a la edad y siempre y cuando no cayeran en las drogas ), eran los que dejaban siempre la máquina perdida de ceniza.

El juego en sí iba de matones callejeros. Una banda de "pintas" secuestraba a la novia del prota; rubio oxigenado con mallas azules, cruce entre un luchador de catch y George Michael.

El objetivo del juego era curtir el lomo a todo el que se pusiera tonto en el barrio hasta llegar al jefe supremo, que portaba un fusil de asalto M16 en ese mundillo pixelado de armas blancas.

Los niños les ponian motes a los villanos. Que si las putas del látigo ( ¿Alguien las vio alguna vez hacer la calle?), que si cuidado con el buba, que era el gigante con cabeza rapada que veis en la imagen. El del bate ( jo, menudo alarde de imaginación).

Lo que más sorprendió es que salía un "buba negro" que era clavadito a M.A. Barracus, el del equipo A.

Pasábamos las horas mirando como bobos una y otra vez las mismas partidas. Ya nos sabiamos de memoria por donde venía el que te lanzaba los cuchillos, que el momento más peligroso era saltar el puente porque te dejabas toda la vida entera si caias. y que sí, que había tres botones para combinar un montón de golpes pero que, solo empleando el "codazo" podías pasarte el juego entero.